La mujer Bella

 

Os mostramos varios artículos periodísticos sobre la carrera profesional de actrices del momento que asocian con naturalidad, al igual que lo hiciesen los argumentos de películas populares de la época, el éxito y la aceptación de la mujer por parte de la sociedad con su belleza. A destacar que todos los artículos están escritos por hombres.

 

Cualquier artículo en el que se mencionase a una mujer, aun versando sobre la carrera profesional de actrices como son las entrevistas y columnas de opinión que mostramos en esta exposición, estaba impregnado de los clásicos estereotipos machistas, destacando por encima de cualquier otra virtud la belleza de las actrices, y la importancia que ésta tiene para su aceptación por parte del hombre y en consecuencia de la sociedad. 

Atendiendo a ello, lean en el artículo sobre Norma Shearer lo siguiente: “ Es quizás la única que a pesar de su belleza no tiene inconveniente en desfigurarse, transformándose en una muchacha fea y andrajosa, ocultando, gracias a un hábil maquillaje, su espléndida belleza pocas veces igualada, triunfando también en las interpretaciones, como lo hace cuando aparece tal y como es. El triunfar caracterizando una joven poco agraciada, es indudablemente muchísimo más difícil que en el caso contrario…”  y lean a continuación las críticas cinematográficas de El Mundo de la Cinematografía, donde nos presentan el argumento de la película “La  secretaria” que ha cosechado éxitos entre el público. La crítica alaba el papel de la misma Norma Sheran que, a modo de Betty la Fea, sorprende a todos con su cambio de look que consigue enamorar al jefe que antes refería que no la besaría ni por mil dólares.

En la entrevista que Juan Mira le hace a Leatrice Joy, con título El arte de vestir bien, la actriz de la película la Modista de París hace crítica de las mujeres que no saben vestir (“ Yo creo que vendrá un día en que se impondrán multas a las señoras que vayan mal vestidas, y para algunas esto no será suficiente, pues merecen prisión”), aludiendo a las formas de la mujer según las cuales ésta ha de escoger los diseños más favorecedores: “Otras que son gordas y se empeñan en usar colores o diseños que no hacen más que acentuar su gordura. Las delgadas a veces pecan del mismo mal y como desafiando al mundo exageran sus flacas líneas que de sobra piden compasión”. Para grandes males, grandes soluciones, por lo que Leatrice propone pedir consejo a las amigas, aunque destaca lo siguiente: “ Como todas somos mujeres y tenemos nuestras envidias, muchas veces gozan en decirme, este traje te está horrible… Nunca he pedido a un hombre qué le parecen mis trajes. Los hombres, cuando no han de pagar la factura de un traje, acostumbran a encontrarlos todos deliciosos.”

 

 

 

 

 

 

 

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